Grandas de Salime contó con una clínica dentista, instalada en la villa por D. Tomás Fernández Linera, natural de la localidad. La presencia excepcional en el ámbito rural de un servicio como éste encuentra su explicación en la transformación económica y social que sufrió la comarca como consecuencia de la construcción del Salto de Salime.
En el año 1960, fecha de su puesta en funcionamiento, había en esta central hidroeléctrica unos 50 empleados. Estos trabajadores, junto a sus familias y el resto de la población del concejo, a la que hay que añadir los vecinos de los cercanos municipios de los Ozcos, Ayande, Pezós, Eilao en Asturias y Negueira de Muñiz en Galicia, constituían una demanda suficiente para garantizar la viabilidad del negocio, máxime cuando para encontrar otro establecimiento similar había que desplazarse a Veiga, Navia, A Fonsagrada, Tinéu o Cangas del Narcea.