La sala o cuarto era una estancia de dimensiones notables destinada a acoger actos sociales relevantes. En ella tenían lugar los banquetes de los días de fiesta y también en ella se celebraban bautizos, bodas, entierros y filandones.
Con anterioridad al siglo XIX eran muy pocas las casas campesinas que disponían de sala. Es a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la generalización de las casas de dos plantas, cuando comienza a ser común habilitar este tipo de cuartos en el piso superior. En estas estancias se ubican el mobiliario y los objetos novedosos que se van incorporando a los tradicionales usos rurales; elementos de prestigio que las convierten en auténticas salas de recepción y representación. La numerosa composición de los grupos familiares forzó el carácter polivalente de estos cuartos que cumplieron, en muchas ocasiones, funciones de dormitorio.